Charla con Yoann Besnier.
Hemos tenido bastante suerte. Yoann se ha sometido a esta entrevista con resignación y un cierto humor.
Cuando le dijimos que sería bueno presentar en la web a los miembros de Hookuna y que empezaríamos con él, no debió hacerle gracia. Hay personas que no son nada amigas del protagonismo, y Yoann Besnier es una de ellas.
“Pero que no sea sólo yo, este proyecto es de todo un equipo”, repitió un par de veces durante nuestra charla, a modo de protesta.
Se siente, Yoann. ¡Hoy te toca a ti! Al fin y al cabo, Hookuna fue idea tuya. Con el tiempo iremos presentando a todos los miembros del equipo.
Nos espera en la zona de oficina con un rápido saludo y un:
– ¡Cinco minutos y termino este email!
Pregunta obligada: ¿desde cuándo pescas?
– Desde que camino. Siempre he pescado. En la casa de vacaciones de mi familia en la Bretaña había un pequeño lago, y allí pescábamos carpa y lucio. Era la típica zona agrícola interior, donde huele a vaca. Nos bañábamos, tirábamos pan a los peces… Esuna buena época, la infancia, ¡cuando no hay problemas ni retos!
En mi adolescencia pescaba al toc en el Garona, con cebos naturales. Vivía en Saint-Gaudens, al pie de los Pirineos, muy buena zona para trucha de montaña. Y el Garona es la “cuna” de la pesca al toc. En nuestro pueblo incluso había un dispensador que en vez de Coca-Cola, dispensaba latas de gusanos. Comprabas tu lata, vertías los gusanos en una bolsa con cremallera que llevabas atada al cuello, ¡y te ibas a pescar!
¿Y cuándo te interesaste por la pesca a mosca?
– Probé la pesca a mosca cuando tenía 18 años. No me gustó. Era difícil, no había nadie para enseñarte, a ningún conocido le interesaba, no sabía ni qué material necesitaba… Y lo dejé.
Llegué a la pesca a mosca por casualidad. Con un amigo, reservamos vacaciones de pesca a spinning en Costa Rica. Pero había un ciclón y era imposible pescar. Como ya teníamos los días reservados, buscamos una alternativa. Nos fuimos a Cuba, a Las Salinas, que es el mayor humedal de la isla. Está en la zona de la bahía de Cochinos.
¿En Cochinos, donde la invasión fallida de Estados Unidos?
– Sí, justo. Por cierto, “cochinos” es como llaman en Cuba al pez ballesta reina. Allí tuvimos la posibilidad pescar “bonefish” (macabí) a mosca.
Aquí piqué.
(Y notamos en sus palabras un tono de fatalidad. Una vez oída la “llamada” de la pesca a mosca, se abre un camino sin retorno).
Pero para pescar bien en el mar, hay que pescar bien en agua dulce primero. Así que hice un intensivo de agua dulce, sin parar, para mejorar mi técnica. Y empecé a comprar material, lo que fue una experiencia frustrante.
“Este proyecto nace de mis ganas de poder probar y comparar el material de pesca”
¿Nace aquí la idea de montar una tienda de pesca?
– Tenía que conducir tres horas para llegar a una tienda. Si acudía a internet, quizás la caña que había comprado no correspondía exactamente a lo que yo quería. Me ponía contento con la llegada del material, y a la vez decepcionado porque no era lo óptimo.
Este proyecto nace de mis ganas de poder probar y comparar el material. De estar satisfecho con mis compras y tener la sensación de que he invertido bien mi dinero. En la tienda de Hookuna puedes llevarte las cañas al río para probarlas antes de comprar, por ejemplo.
¡Y ganas de compartir! Aquí los mostradores son islas, para que los pescadores puedan estar delante o detrás. No hay barreras, porque todos somos pescadores.
Hookuna no es tu primera experiencia profesional con la pesca, ¿verdad?
– Cierto, estuve diez años viviendo en África, donde tuve una compañía de pesca turística.
¿Y qué te llevó a África?
– ¡África era mi sueño cuando era un niño! Me fascinaba. Me sabía mejor la geografía de África que la de Francia. Leía los relatos de la gente que cruzaba el desierto, historias de la ruta de la sal en Mauritania… ¡Me levantaba por la noche para ver el resumen del rally París-Dakar!
¿Qué zonas de África conoces?
Trabajando, en buena parte del África francófona: Mauritania, Senegal, Gambia, Guinea Bissau, Casamance… Y de vacaciones en África del Sur y Kenia.
¡El cambio de milenio lo recuerdo en África! Me pasé esa noche en medio del desierto, buscando a unos clientes que, creía yo, llevaban toda la noche perdidos con el guía. En medio de las dunas no podíamos usar ni móviles, ni “walkie-talkies”… solo dar vueltas para intentar encontrarles. Pero cuando volví al hotel por la mañana, resultó que habían conseguido llegar y estaban durmiendo tranquilamente en sus camas.
Francia, África… ¡y Cadaqués!
– Llegué a Cadaqués también de casualidad. Al volver de África, me saqué el título de patrón de marina mercante, pero decidí no embarcarme, porque pasarte meses en el mar te aleja de toda vida social.
Un conocido me convenció para montar un restaurante juntos en Cadaqués. “Es un lugar muy bonito en la Costa Brava”, me dijo. Y me lancé. Era 2011. No sabía entonces mucho sobre restauración y los primeros años fueron muy duros.
Aunque no tuvieras experiencia en restauración, te gustará la cocina, ¿no?
– Me gusta comer bien. En la cocina, hago “chapuzas”.
Estamos en la oficina de Hookuna. Desde otra mesa llega una exclamación de protesta: “¡Qué va, tiene muy buen paladar! ¡Solo con probar un plato sabe si falta algún ingrediente!”
– Bueno, ¡intento hacer las cosas bien! (responde a modo de justificación).
La cocina es pura química, y cuando algo no está bueno, es que algo falla. Si una tarta no ha salido bien, hay que repetirla. Es la forma de aprender. Ahora llevamos un tiempo intentando hacer pasta fresca en casa… ¡algún día saldrá!
El sentido del gusto también se me ha ido desarrollando con el tiempo, a la vez que crecían los restaurantes. Costó mucho levantar el negocio porque había que darle alma al restaurante. Había que entrar en profundidad en las diferentes facetas del negocio. Por ejemplo, la materia prima. Buscábamos comprar cada vez mejor calidad. Y trabajar mejor. Y así, poco a poco, vas subiendo el nivel de exigencia.
En el Ter cerca de Hookuna con su perro, Jo, y Sella, la perra de Miguel y Kasia.
Pesca en África, marina mercante, Cadaqués… ¿te atrae más el mar que el interior?
– Me gusta estar en el mar, me gusta salir a navegar, a pescar… Sólo dependes del mar. Estás a 50 millas de la costa y no hay teléfono, ni reuniones, ni trabajo… sólo el mar. El mar manda.
Pero también disfruto de los paisajes de interior. De hecho, trabajando en mi técnica de pesca a mosca he descubierto España. Cuando Miguel (Blanco) nos aconsejó ir a Castilla León, para mí fue un descubrimiento. Tengo amigos que son de aquí y no han pisado estas zonas. La pesca a mosca es una magnífica forma de descubrir un país.
Yoann en una salida de pesca en el río Aude, en el Pirineo Francés.
“Queríamos montar algo para el gran número de pescadores que vienen cada día al río Ter”.
¿Cómo pasaste de la idea de montar una tienda a hacer realidad Hookuna?
– Durante tres o cuatro años fui apuntando ideas en libretas. Todo se aceleró un día en que estábamos pescando con Yannick (Rivière). Charlando, charlando, me confirmó que además de ser una idea “guay”, podría funcionar y ser sostenible desde el punto de vista económico.
Los esbozos empezaron a ser emails. Miguel, que se había tomado un año sabático, aceptó venir. En ese mismo momento nos conocimos con Dunia, que fue un gran impulso. Ha desarrollado un trabajo que yo ni sabía que existía, porque montar una tienda no es solo alquilar un local y tener mercancía. Se ha encargado de explicar bien quiénes somos, cuál es nuestra propuesta y qué nos motiva. También organiza el equipo y se asegura de que funcionen los sistemas internos y la comunicación.
La idea inicial fue un alojamiento rural, que fuera también nuestra casa, y donde pudiéramos tener una pequeña tienda. Queríamos montar algo para el gran número de pescadores que vienen cada día al río Ter.
Pero hay pocas propiedades rurales en venta en la zona que queríamos. Y el proyecto se atascó durante meses.
Luego encontramos esta nave industrial, a pocos metros del río. Pero, ¡es muy grande! Y buscamos la fórmula para que todo este espacio estuviera dedicado al pescador y al mundo de la pesca a mosca, con una zona de descanso, un espacio para montar moscas…
“Para compartir, ¡lo mejor es una mesa y buena comida!”
Y un restaurante.
– ¡Era evidente que había que incluir un restaurante! Era parte de lo que nos iba a diferenciar, pero además queríamos que los pescadores estuvieran como en casa. Aquí puedes venir a tomar un café, y compartir tiempo y experiencias, sin necesidad de comprar nada. Y para compartir, ¡lo mejor que hay es una mesa y buena comida!
Pero hay pocas propiedades rurales en venta en la zona que queríamos. Y el proyecto se atascó durante meses.
Luego encontramos esta nave industrial, a pocos metros del río. Pero, ¡es muy grande! Y buscamos la fórmula para que todo este espacio estuviera dedicado al pescador y al mundo de la pesca a mosca, con una zona de descanso, un espacio para montar moscas…
Dunia está siguiendo la conversación desde otra mesa y apunta:
Nuestra idea era encontrar para nosotros un estilo de vida tranquilo alrededor del mundo de la pesca, con un negocio que lo hiciera sostenible.
Y Yoann añade:
– ¡Claro! Tener un negocio de restauración te ofrece un buen medio de vida. Pero un proyecto para la pesca a mosca… ¡va mucho más allá! ¡Es un sueño hecho realidad!